martes, 24 de octubre de 2017

En el actual "paisaje socioeducativo": El problema de la lectura de los niños (y 3)

En el actual “paisaje socioeducativo” no es cierto que la lectura, para los niños, sea...




... una suerte de “programa” al que, una vez “instalado” en los últimos cursos de Infantil y en los primeros de Educación Primaria, no le queda más que funcionar siempre y en cualquier situación con predeterminada corrección, como si fuese una especie de software del que padres y profesores nos podamos discretamente desentender, creídos de que este, a partir del tercer o cuarto curso de Primaria, ya no requiere ningún setup, ningún update, ningún cuidado especial...

Tampoco es cierto que en el actual “paisaje socioeducativo”
  • Primero: 
La mayor dificultad en el aprendizaje de la lectura esté al principio, en el trance de la iniciación -entre los cuatro o cinco y los siete u ocho años- más que en la segunda mitad del camino, en el tramo de su consumación -entre los ocho y los once o doce años. 
  • Segundo: 
El mero correr del tiempo sea garantía suficiente para que la destreza lectora alcance -sólo por la inercia del impulso primero propinado a partir de los cinco y seis años- ese "irreversible" nivel de competencia en el que, en efecto, leer es "leer", esto es, comprender. 
  • Tercero: 
El de la lectura sea un problema solo circunscribible al ámbito escolar y dentro de éste sólo a Primaria y dentro de ésta sólo a sus primeros cursos...
Lamentablemente, a estas alturas, el problema de la comprensión lectora se ha extendido a otras etapas de la enseñanza reglada, incluso al ámbito universitario, y se percibe como común denominador del fracaso académico en cualquiera de sus etapas.

En cambio, sí es cierto que lo que ocurre más frecuentemente con la lectura (eso que obliga a padres y a educadores a prorrogar su esmerada atención en casa y en clase al aprendizaje de la misma una vez que la etapa de iniciación se considera exitosamente concluida) es consecuencia de
La obligada “emigración” que el alumno ha de hacer desde un mundo tupida y trepidantemente audiovisual (sobre todo extraescolar y de ocio) a otro (sobre todo escolar) en el que la palabra escrita y leída se considera muy conveniente para el desarrollo intelectual del alumno, dadas las excelencias cognitivas que esta comporta. 
En la administración extraescolar de este "mundo pantalla" es mucha la responsabilidad que los padres tenemos.

También es cierto que nuestros alumnos son "nativos digitales" y que fuera de la tecnología hay nada y que el anacronismo de una educación de espaldas a la era digital es impensable…

Pero nada de esto implica que, arrostrados por el tumulto y por el precipitado uso de las nuevas tecnologías, induzcamos a los alumnos a creer que todo es “visualizable”, que los privemos de la capacidad de abstracción, de concentración, de introspección, argumentación y de rigor lógico… de las que la palabra escrita y leída hace especialmente capaces a los seres humanos.

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